Su romance se inició mientras sus jefes se disputaban la presidencia de los Estados Unidos, y su matrimonio, un año después, constituyó uno de los principales eventos sociales y políticos en Washington DC. El libro "Love & War." ["Amor y Guerra"] (A Plume Book, 348 páginas, 2014) narra la historia de una de las "parejas más disparejas" de la consultoría política en el mundo, la de los esposos Mary Matalin y James Carville. Ella, asesora Republicana, muy cercana a la familia Bush, con quien trabajó tanto en campañas electorales como en la Casa Blanca. Él, consultor Demócrata, quien saltó a la fama, al lograr la victoria de Bill Clinton sobre George H. W. Bush en las elecciones presidenciales de 1992.
Juntos publicaron su primer libro: "All´s Fair" (1994) el cual narra sus experiencias tanto personales como profesionales durante esa época. El texto que hoy nos ocupa, "Love & War" brinda reflexiones más maduras sobre su trabajo de consultoría política, sus relaciones con los medios de comunicación, sobre el ambiente político que permea la vida en Washington y sus "secretos" para mantener por dos décadas una relación matrimonial siempre amenazada por sus profundas diferencias ideológicas. La primera clave para explicar esta relación de pareja tan estable, nos la ofrece la forma como se escribió este texto. Aunque los asesores comparten su coautoría, el mismo es una colección de pequeñas secciones de dos o tres páginas que cada uno escribió por aparte y que se integraron al texto en forma intercalada.
El Trabajo de Consultoría Política
Los autores observan que en los últimos 20 años la forma de hacer campañas ha cambiado. Mary Matalin recuerda que cuando ella empezó, los operadores electorales junto con los fanáticos políticos conformaban grupos variados de personas que se sentían orgullosos de participar en las campañas porque creían en la causa. La gente trabajaba en política como si ninguna otra cosa fuera tan importante como el triunfo de su candidato y así darle la oportunidad de ejecutar su visión desde el gobierno. Nadie dentro de una campaña o en el comité de un partido trabajaba por dinero o para avanzar en su carrera profesional. De hecho, muchas de las personas que ingresaban a las campañas tenían que interrumpir sus trabajos cotidianos para colaborar en ellas.
De acuerdo con Matalin, lo que ha cambiado en política es que ahora hay actores de tiempo completo, en un mundo influenciado por las corrientes de opinión que generan los medios de comunicación, en donde se le rinde culto a la personalidad (p. 217-219). Para ella, la relevancia de los asesores de campañas empezó a hacerse más notoria a finales de los años 80s, cuando la prensa comenzó a cubrirlos, no porque fueran un tema relevante para los votantes sino porque era algo entretenido para los lectores. Antes de esto, inclusive los asesores más famosos, solo eran conocidos por un círculo cerrado de personas directamente relacionadas con la política. Hoy parte de su popularidad se debe a los especiales de HBO, a las series de Netfiix, a las películas de Hollywood y a las novelas de ficción. Para ella la mayoría de esta información es equivocada y no es auténtica, pero la audiencia muchas veces piensa que, con estos datos, saben más de las campañas y de las personas que participan en ellas, que de sus vecinos y amigos. Por supuesto, lo positivo del glamour que toda esta publicidad le ha dado al trabajo de consultoría política es que ha atraído un grupo humano muy entusiasta a lo que antes era un negocio bastante aislado.
James Carville concuerda con Matalin. Él piensa que la forma como los políticos logran ser electos para puestos en Washington ha cambiado con el tiempo, especialmente en elecciones presidenciales. Esta evolución es en parte atribuible a la naturaleza misma del negocio de la consultoría. Sostiene que, aunque la mayoría de los principios básicos de las campañas se mantienen, los métodos y las metodologías van evolucionando (p. 208). Agrega que una parte importante de su legado como consultor, y que lo ayuda a mantenerse actualizado, es pensar que las buenas ideas no solo vienen de las personas "importantes" de una campaña, sino que pueden surgir de cualquier funcionario de ella. Por eso aconseja que todo el equipo de la campaña, desde el gerente hasta el que abre la correspondencia, tenga la información de lo que está ocurriendo, incluyendo los resultados de las encuestas y lo que piensan los estrategas, y así darle los datos necesarios para que todas las personas involucradas puedan ayudar. Desde su punto de vista limitar la información de la campaña a unas pocas personas es un error de liderazgo.
Asesorar campañas, para Matalin, no es cualquier trabajo (p.38-39). Esta labor implica sumergirse de tiempo completo en una labor intensa, centrada en cumplir con los objetivos de esta. Es una tarea que requiere toda la intensidad durante los siete días de la semana. Se necesita estar hiperconectado, recibiendo llamadas e información de forma constante y enfrentando situaciones de presión que generan estrés. Ella dice que cuando trabaja en una campaña, todos los días tienen un propósito, un significado y un objetivo cuantificable, el cual se resume en pelear hasta la última fibra de su cuerpo para que buenos candidatos conservadores resulten electos. Reconoce que las derrotas son devastadoras y que nunca trabaja pensando en su próximo contrato, pues el mismo tarde o temprano se materializa. Matalin sostiene que una de las cosas buenas de la consultoría es que se mueve de forma cíclica. Cuando una campaña termina, tomas un descanso, tal vez unas vacaciones. Pagas las cuentas de las tarjetas de crédito y de las cuotas de las hipotecas que habías dejado de pagar mientras trabajabas en la campaña. Luego llamas a tus amigos quienes ya te estaban olvidado. Pero antes de tener tiempo de llamarlos a todos, ya hay otra campaña, y tu ingresas a ella como subiéndote a un tren en movimiento, y así se reinicia otro ciclo de trabajo.
A lo largo del libro ambos autores hacen numerosas referencias al sentido de confraternidad que existe entre los consultores políticos. Mary Matalin se refiere con afecto a sus mentores, como el famoso estratega Republicano Lee Atwater, fallecido prematuramente, y al no menos celebre gerente de campañas Richard Bond (p. 47). También recuerda con afecto a su compañero de trabajo en la Casa Blanca, Karl Rove. Por su parte, James Carville, dice mantener conversaciones casi diarias con muchos de sus colegas Demócratas, entre los que se cuentan Stan Greenberg, Paul Begala y Rahm Emanuel (p. 103). Matalin recuerda su historia personal para ilustrar el sentido de hermandad que existe entre consultores. Ella llegó a Washington DC en 1981, para trabajar en un puesto de bajo nivel en el Comité Nacional Republicano, posición que obtuvo gracias a la gerente de campañas de Illinois, Maxene Fernstrom. Cuenta que tanto antes como ahora, las personas jóvenes que llegan con puestos políticos a Washington D.C. son recibidos por sus colegas con las puertas abiertas, invitaciones a fiestas y la posibilidad de tener bastante movilidad vertical en sus trabajos (p. 235). Este tipo de relaciones luego son útiles también cuando los consultores asumen cargos en los gobiernos y tienen un círculo de amigos en el poder que les facilitan información y acceso para realizar de forma más efectiva algunas de sus labores (p. 125).
Obviamente este fenómeno de hermandad entre consultores en los Estados Unidos, ocurre dentro del contexto de cada partido político. Matalin explica que alrededor de cada profesión se genera una cultura particular, y en el caso de la asesoría política en ese país, la mentalidad del "nosotros contra ellos" siempre está presente, y es una fuente permanente de polarización. Esto era algo que ella percibía cuando como asesora Republicana, acompañaba a su esposo a eventos de la Casa Blanca durante la administración Clinton. Ella dice que podía sentir un sonido parecido al "silbido de las serpientes" cuando ingresaba a un salón lleno de Demócratas.
Para las personas que leen el libro con deseos de ingresar al mundo de la consultoría, Mary Matalin, ofrece los siguientes consejos: (1) No lo hagas por el dinero, (2) No caigas en el cinismo, (3) No quemes puentes de comunicación con otras personas, (4) No traiciones, (5) No te preocupes por el fracaso, (6) No esperes que te devuelvan cada favor o que te paguen por cada buena acción que hagas, (7) No te preocupes por tu carrera, solo por la campaña en la que estás trabajando en el momento, (8) Nunca le mientas a un colega o a un reportero, (9) Confía en tus instintos, (10) Se fiel así te equivoques, (11) Recuerda que esta actividad a veces genera dolor, (12) Participa en todas las elecciones con la convicción de ganar, (13) Prepárate para dormir poco, (14) En momentos de victoria se igualmente agradecido y humilde, (15) En momentos de derrotas se honesto y muestra deseos por aprender de estas experiencias, (16) Busca mentores, luego protégelos y apóyalos de forma incondicional, (17) Cuida a las personas de más bajo rango en la campaña y a los voluntarios, (18) Venera a tus compañeros de batalla, (19) Recuerda a los mentirosos y a los que rompen sus promesas, (20) Aprende las habilidades que se requieren para trabajar en las campañas, (21) Profundiza tu conocimiento en al menos una área de políticas públicas que a ti te llame la atención y (22) Antes de construir una reputación en la profesión, mantén tus oídos abiertos y tu boca cerrada. (p. 223-224).
De forma menos ordenada, James Carville también ofrece varios consejos a las personas que ejercen la profesión de consultoría. Por ejemplo, él insiste que un asesor no debe quitarle el protagonismo o el foco de atención a sus clientes políticos. De hecho, Carville temiendo distraer con su fama adquirida con la victoria de la campaña Clinton, decidió en ese momento solo aceptar trabajos de asesoría en otros países. (p. 51 y 241). Describe su proceso de transformación del anonimato a la celebridad como el resultado de este triunfo. Una de las lecciones que le dejo la elección del 92 es que si uno no quiere ser amable con la gente, es mejor no salir de la casa, porque una vez que estas afuera te debes comportar como un caballero. Si ven que tratas mal a otras personas, esas historias vuelan mucho más rápido que si te observan actuando cordialmente; y tú puedes terminar siendo catalogado como alguien estúpido o insolente. Cuenta situaciones donde la gente lo para en la calle o lo interrumpe durante un almuerzo en un restaurante para sacarse una foto con él o para preguntarle sobre su experiencia trabajando con alguna celebridad política. En otras palabras, para Carville cuando una celebridad está en público siempre debe estar en "modo de trabajo". Un ejemplo de esto lo da Bill Clinton en las reuniones a las que asiste. No por casualidad el expresidente acostumbra, "a trabajar el salón" mezclándose con todos los invitados, pero prestándole una mayor atención a las personas que él considera ser las menos importantes del grupo (p. 241).
El trabajo que James Carville ha realizado en numerosos países, lo lleva a tener una visión más amplia de la profesión de consultoría que la de muchos de sus colegas norteamericanos con poca experiencia en el exterior. Por ejemplo, él encuentra que a diferencia de los Estados Unidos donde la competencia es entre solo dos partidos, en muchos otros países, con sistemas multipartidarios, los líderes exitosos se destacan por su habilidad para negociar y construir coaliciones. También indica la importancia de conocer la cultura política de cada país. Por ejemplo, comenta que, durante su asesoría al Partido Nueva Democracia de Grecia en 1993, asistió a un evento en Salonika donde concurrieron 300 mil personas. Desde su visión de asesor norteamericano, él se puso feliz porque pensó que esta era una muestra del buen momento que estaba viviendo su candidato, sin embargo, los colegas griegos rápidamente lo corrigieron, al explicarle que, en este país, era común este tipo de participaciones masivas en eventos políticos y que la gente iba más como si fuera un acto social que para mostrar apoyo político a algún candidato (p. 52-54).
Para Carville, uno de los mayores problemas que encuentra al trabajar en otros países, es que después de contratarlo, los políticos no siguen los consejos que se les dan, y por supuesto, esto afecta el desempeño de la campaña. Recuerda un caso donde él habló de la importancia de que el candidato para sus giras tuviera un equipo de avanzada que lo ayudara a promover los eventos en los que iba a participar y a medir cuanta gente asistiría y sus características. La idea era que la campaña pudiera usar esta información para definir el tipo de mensaje que se debía enviar a los posibles votantes en cada población. Por supuesto, la campaña en cuestión nunca implementó el uso de equipos de avanzada y como consecuencia, en muchas ocasiones nadie fue a ver al candidato y no se pudo recolectar información sobre posibles simpatizantes.
Carville opina que ser exitoso en campañas en el extranjero depende de tener buena suerte y un buen criterio a la hora de decidir a qué candidato se va a ayudar, evitando a cualquiera que le genere alguna intranquilidad. Él dice que al final de cuentas, una de las cosas más relevantes que ha aprendido es que lo realmente importante es "quién dirige el show". Este principio es aplicable en una compañía, una ciudad, un país, un periódico, una universidad, o cualquier otra organización. El liderazgo que el grupo tiene es lo que importa (p. 293). Concluye diciendo que siempre entra a estas campañas extranjeras pensando que algunas se pueden ganar y otras no, y aclara que, en este sentido, no es diferente a las expectativas de trabajo que usualmente se tienen en los Estados Unidos. Aunque en el libro, Carville cuenta haber trabajado en varios países latinoamericanos, solo menciona por nombre propio la campaña que perdió en México en el 2000, cuando asesoró al candidato del PRI, Francisco Labastida contra Vicente Fox. Dice que esta es una derrota que realmente le dolió.
Los consultores y los medios de comunicación
A diferencia de otros consultores políticos que prefieren tener un bajo perfil ante la opinión pública, a Matalin y Carville se los conoce por haber usado con frecuencia los medios para autopromocionarse. No solo participando como panelistas en numerosos programas de opinión, sino también por sus actuaciones en piezas de ficción como películas, series de televisión y spot publicitarios. Unas de las participaciones más recordadas, es la serie "K Street" donde ellos fueron protagonistas en los papeles de "consultores políticos" en Washington D.C. Aunque esta producción televisiva fue un fracaso tanto comercial como artístico, y la misma fue cancelada después de 12 episodios, hoy verla en su totalidad constituye en muchos círculos, una prueba fehaciente que sirve para diferenciar entre las personas que dicen ser "adictos a la política" ("political junkies") y los que realmente lo son.
Una labor posiblemente más constructiva la realizaron Matalin y Carville en sus múltiples participaciones como comentaristas (o "Partisan Pundits") representando a sus partidos políticos en programas de televisión. Tal vez el más recordado fue Crossfire de CNN, que enfrentaba la opinión de asesores de diferentes espectros políticos sobre temas de actualidad. Matalin cuenta que mientras ella prepara de forma exhaustiva y por varios días cualquier participación en un programa de televisión, su esposo Carville, tiene el don de levantarse por la mañana antes del programa, ojear un par de diarios y luego tener las intervenciones más brillantes durante sus participaciones (p. 49, 60-61).
Un ejemplo de su celebridad es el spot publicitario protagonizado por la pareja promoviendo una marca de aire acondicionado
Analizando el proceso de polarización política que hoy se vive en los Estados Unidos, Carville observa de forma crítica que estos programas, como Crossfire de CNN, que mostraban y debatían temas de la actualidad desde varios puntos de vista del espectro ideológico, han venido siendo reemplazados por otros shows donde solo presentan una perspectiva y donde se comunica el mensaje partidista a una audiencia predispuesta a estar de acuerdo con el mismo. Matalin, por el contrario, encuentra que estos programas que solo presentan una voz dirigida a las bases de los partidos son importantes para revitalizar la actividad política en general. Ella por ejemplo destaca el impacto positivo que los programas radiales de Rush Limbaugh han tenido al energizar con su retórica el movimiento conservador en los Estados Unidos. (P. 57-58).
Ya en el papel de vocera de una campaña electoral y de una institución de gobierno, Matalin considera que es importante tener un conocimiento institucional de los medios de comunicación (p. 177-181). También critica a los periodistas que solo aceptan información "on the record" (o donde se pueda mencionar la fuente de la misma) porque con esto pierden la posibilidad de tener una perspectiva más amplia del asunto que están cubriendo. Ella insiste en que siempre es preferible negarles información a los reporteros a mentirles.
Washington como la capital de la política
Otro interesante aspecto del libro es la visión que los autores tienen del ambiente político de Washington, DC. De hecho, en algunos apartes, la capital se convierte en un personaje más de la historia. Los autores hacen constantes referencias de sus múltiples experiencias personales y profesionales en ella. Al final usan este relato para justificar que después de muchos años, hayan decidido mudarse a New Orleans, tierra natal de James Carville, situación que sin duda constituyó una sorpresa para todas las personas involucradas en la industria de la política en la capital.
Los autores ven a Washington DC como una ciudad donde se vive la política en todo momento y donde solo importa el poder (p. 321). Carville comenta que la política en DC es una industria, es el primer tópico de conversación en una reunión, luego es el tópico intermedio y por último es el tema final del que se habla. Adicionalmente, cualquier tema de conversación en esta ciudad tiene el riesgo de ser interpretado en un sentido político. Asegura que esto es algo que no pasa en otros sitios. (p. 294). Para muchas personas, ir a una comida, asistir a un espectáculo deportivo o simplemente reunirse a tomar unos tragos, es visto solamente como oportunidades para entablar relaciones de trabajo ("networking oportunities") (p. 304). DC es una ciudad donde los lobistas tienen mucho poder porque los políticos están pensando no solo en el financiamiento de sus próximas elecciones sino en el siguiente puesto al que pueden aspirar cuando dejen el gobierno. También es un sitio donde es necesario saberle hablar a los funcionarios públicos, saludándolos de acuerdo al título que ellos prefieren (gobernador, secretario, consejero, etc.), con el agravante de que el titulo preferido por el personaje no siempre coincide con su actual cargo (p. 233). A diferencia de muchas otras ciudades donde el mundo político es muy pequeño y todos sus integrantes, de múltiples partidos, se encuentran regularmente en clubes, restaurantes y otros sitios de reunión, en Washington D.C. el ambiente político es tan amplio que es fácil poder evitar encontrarse con personas de otras corrientes ideológicas, esto hace que exista un real aislamiento entre las estructuras políticas de los partidos (290-291).
Para Carville, la cultura de Washington influye hasta en la forma de tomar bebidas alcohólicas. Él considera que pese a las imágenes de cócteles y de reuniones sociales tan asociadas con la ciudad, muchas personas escasamente se toman un vino con soda ("wine spritzer") cuando asisten a estos eventos. La gente va para mirar quienes asisten y se dedican a caminar por el salón saludando a conocidos y estableciendo nuevos contactos. Si hay periodistas, el resto de los invitados saben que ellos siempre andan trabajando, tratando de pescar posibles historias. Los asistentes por lo general son cuidadosos de no tomar mucho. A ellos siempre les preocupa hacer el ridículo o decir algo equivocado. En New Orleans, por el contrario, los anfitriones de una reunión siempre deben estar preparados con botellas de whisky y tener reservas porque seguramente se van a necesitar. Una escena similar ocurre en muchos restaurantes de Washington D.C. Su clientela usualmente se arregla bien para ir a esos sitios, comen con delicadeza y hablan en tono bajo casi susurrando, mientras en New Orleans la situación es bastante diferente (295). Para los lectores interesados en profundizar el estudio del ambiente político en la ciudad de Washington DC, se aconseja leer el libro de Mark Leibovich, "This Town: Two Parties and a Funeral--Plus Plenty of Valet Parking!--in America's Gilded Capital" (2013).
Temas personales y de pareja
Posiblemente más de la mitad del libro está orientado a temas personales y de pareja. Sin duda, con este énfasis, "Love & War" busca llegar a un público, no tan interesado en la política pero que ha seguido a la pareja por más de veinte años en los diferentes medios de comunicación. Por ejemplo, las dos primeras páginas del libro contienen una recopilación de las preguntas más frecuentes que ellos reciben del público, muchas de las cuales son bastante personales. En otros apartes del libro se enfatizan aspectos mundanos de la pareja, por ejemplo, Matalin ofrece una lista con los 10 temas en los que más pelea con Carville: (1) Dinero, (2) Muebles y decoración, (3) Finca raíz, (4) Mascotas, (5) Religión, (6) La guerra en Irak, (7) La necesidad de Carville por tener una rutina versus los deseos de Matalin por experimentar cosas nuevas, (8) Comportamientos y "etiqueta" en el uso del baño, (9) La temperatura del aire acondicionado, y (10) Las hijas (p. 63-65). Pese a esta lista, uno de los peores momentos de la pareja, que casi los lleva a la separación, lo provocó el reconteo de votos en la Florida durante las elecciones presidenciales de Bush contra Gore en el 2000.
Un resultado de que el libro este organizado como una colección de apartes escritos por cada autor, es que en varios segmentos se pueden encontrar fuertes ataques contra la ideología de la otra persona. Esta compartimentalización de opiniones, que sin duda facilitó la producción "pacifica" del libro, también se encuentra en muchos otros aspectos de la convivencia diaria de la pareja. Por ejemplo, mientras Matalin ama vivir con animales, su esposo Carville los trata de evitar a toda costa, y su casa está dividida en sectores donde las mascotas son aceptadas y sectores donde no. Pese a esta y muchas otras diferencias discutidas en el libro, se pueden identificar tres elementos que les facilitan la convivencia: El amor que tienen por sus dos hijas, la pasión que sienten por su profesión de consultoría política y la posibilidad de tener sus propios espacios tanto en su hogar como en su trabajo.
Otros elementos más personales que el texto presenta son, por ejemplo, en el caso de James Carville, su enfermedad del Síndrome de Déficit de Atención con Hiperactividad (SDAH), su afición por estudiar las estrategias en deportes y su aguda habilidad para recopilar información y pronosticar fenómenos meteorológicos. En el caso de Mary Matalin llama la atención su ferviente fe católica, el ser una ávida lectora, el tener un impecable gusto por la decoración y el ser una trabajadora compulsiva. Estas y otras características personales que los autores presentan, nos permiten entender mejor algunas de sus actuaciones y decisiones que en el pasado ambos personajes han tomado, tanto en sus roles como asesores electorales como en sus papeles como analistas políticos en medios de comunicación.
Conclusiones
"Love & War" nos ofrece una interesante visión del trabajo de asesoría que Matalin y Carville realizan, de la relación que esta labor tiene con los medios de comunicación y del contexto social de Washington D.C., donde la mayoría de los consultores norteamericanos ejercen esta actividad. Por supuesto, frente a una creciente ola de intolerancia, polarización y alta competitividad electoral que existe en los Estados Unidos, llama la atención, que una pareja que trabaja en este ambiente, desde ideologías opuestas, haya podido mantener su relación matrimonial por más de veinte años.
Aunque no se puede decir que este texto brinde una contribución determinante al estudio de la consultoría política, es importante rescatar estos esfuerzos que ayudan a visualizar interesantes aspectos de la profesión. Ojalá en un futuro no muy lejano, similares aportes biográficos sean también más comunes entre los consultores políticos iberoamericanos. Estos textos tienen un especial valor para las personas que quieren ingresar en la profesión de asesoría política pero que por diferentes razones no tienen un contacto directo con profesionales de esta especialidad.
Vídeo: Entrevista con Mary Matalin y James Carville en su casa de Louisiana. La misma fue realizada como parte de la promoción del libro "Love & War"
Este artículo fue escrito por Mauricio Florez Morris, Ph.D. Profesor de la Especialización en Opinión Pública y Mercadeo Político de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.
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