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Foto del escritormauricio florez morris

Kellyanne Conway, jefe de campaña Trump 2016, revela intimidades de la consultoría política



A finales del mes pasado se publicó uno de los libros más esperados del 2022 en el mundo de la consultoría política. Bajo el título, "Here´s the Deal" ("Aquí está el trato", 506 páginas), la famosa encuestadora y estratega republicana, Kellyanne Conway habla de su proceso de formación como asesora. Ella explica cómo la campaña Trump 2016 desarrolló diversas estrategias que culminaron en su sorpresiva victoria y narra muchas de sus experiencias (con aciertos y errores) que se vivieron tanto asesorando diferentes candidaturas por varias décadas como trabajando de consejera en la Casa Blanca por casi cuatro años durante la administración Trump.


Adicionalmente, con nombre y apellido, acusa a colegas e inclusive al esposo de Ivanka Trump, Jared Kushner de conductas desleales en la profesión. Su reconocida capacidad como encuestadora y estratega la convierten en la primera mujer que maneja una campaña presidencial ganadora en los Estados Unidos.



A continuación, se amplían estos y otros puntos relevantes encontrados en el texto.


Formación y trayectoria laboral de Kellyanne Conway


Uno de los aspectos más interesantes del libro es el relato que la autora hace de su proceso de formación como consultora política. Su interés profesional se remonta a 1984, cuando como estudiante de secundaria en Delaware, tuvo la oportunidad de asistir a cursos de verano sobre temas de gobierno en la Universidad de Georgetown en Washington DC. Esta experiencia la llevó a regresar a la capital para hacer sus estudios universitarios y vincularse en política. El mismo año también tuvo la oportunidad de conocer personalmente al presidente Ronald Reagan durante un evento de campaña, líder que ella encontró inspirador, accesible, patriótico y resuelto a actuar.


Ya como universitaria de Trinity College en Washington DC, Kellyanne complementó sus estudios con una pasantía en el equipo del Senador Republicano Jack Kemp, figura carismática quien en varias ocasiones intentó llegar a la presidencia del país. En esos años, ella entabló amistad con un grupo de jóvenes también interesados en el trabajo de campañas y que hoy son referentes importantes en el mundo de la consultoría electoral. Entre ellos se destaca el reconocido experto en comunicación política, Frank Luntz, autor del famoso libro "La palabra es poder" (2011), quien ha forjado su carrera asesorando a muchos de los principales lideres conservadores a nivel mundial.



En el plano personal, su primer novio fue Raúl Fernández, uno de los principales asistentes del Senador Kemp, quien jugó un papel fundamental durante sus primeros años laborales. Ya para 1988, ella y Frank Luntz fueron contratados por la encuestadora "The Wirthlin Group" dirigida por el conocido asesor del presidente Reagan, Dr. Richard Wirthlin. Esta vinculación los llevo a adquirir un amplio conocimiento en estudios de opinión pública, al igual que les dio la posibilidad de empezar a asesorar a líderes conservadores extranjeros, como Boris Johnson en Inglaterra y Benjamín Netanyahu en Israel.


La industria de la consultoría política se caracteriza por contratar a muchas personas en periodos electorales para luego reducir nominas pasadas las elecciones. En uno de estos ciclos, Frank Luntz fue despedido de "The Wirthlin Group", lo que lo incentivó a crear su propia firma encuestadora y a contratar a Kellyanne para que lo ayudara. Entre sus primeros clientes estaba el entonces alcalde de la ciudad de New York, Rudy Giuliani, quien los empleó con el fin de frenar la iniciativa de crear un seguro de salud universal en los Estados Unidos, proyecto que en ese momento estaba adelantando la Administración Clinton.


El exitoso trabajo de Luntz y Kellyanne llamó la atención de otros lideres republicanos, entre ellos Newt Gingrich, a quien apoyaron en la promulgación del famoso "Contrato con America", una iniciativa conservadora para retomar la mayoría en el Congreso en 1994 y frenar muchos otros proyectos progresistas del Partido Demócrata.



El triunfo obtenido en las elecciones parlamentarias del 94, llevó a Kellyanne a dejar de trabajar para Luntz y crear su propia compañía, "the polling company inc" (nombre que a propósito no tenía letras mayúsculas). En esta parte de su historia ella describe las múltiples dificultades que tienen las mujeres para surgir en lo que califica "el mundo machista" de la consultoría política.


Ya como dueña de una firma encuestadora, Kellyanne identifica tres elementos que la ayudaron a mantener a flote su negocio:


(1) El ampliar su base de clientes haciendo también trabajos de encuestas para organizaciones no electorales, como revistas y almacenes de cadena.

(2) El construir su imagen de experta en opinión pública participando como comentarista en espacios de televisión y apoyando sus argumentos con datos de sondeos realizados por su firma. Las numerosas apariciones en programas de actualidad no solo la ayudaron a ser una mejor comunicadora, sino que le otorgaron un estatus de celebridad dentro del mundo de la política en Washington D.C.



(3) También la ayudó el presentarse a sus clientes del Partido Republicano como una especialista en atraer el voto femenino. Al respecto, ella reconoce la necesidad que tiene esta organización política de brindarles propuestas atractivas a las votantes, y que el hecho de ser mujer, le sumaba credibilidad en muchos comités de campañas dominados por los hombres.


En su rol como experta en obtener el voto femenino, Kellyanne crítica a políticos que encasillan a todas las mujeres en el estereotipo de "feministas" interesadas solamente en defender sus derechos reproductivos. La consultora sostiene que al igual que los hombres, las mujeres tienen muchas otras preocupaciones que no deben ser ignoradas. Entre ellas se mencionan: (1) el bienestar general del matrimonio donde, por ejemplo, las mujeres deciden sobre las dos terceras partes de los gastos de salud en la familia, (2) la maternidad, (3) el tener la posibilidad de pagar hipotecas y otras deudas, y (4) el poder pensionarse bien. En este sentido, Kellyanne enfatiza que, a la hora de sufragar, muchas personas, tanto hombres como mujeres, consideran más de una razón para decidir su voto, por eso las campañas para llegar a un grupo de sufragantes específico, no pueden basar su mensaje en un solo tema.



Aunque reconoce que su profesión de abogada siempre le ha servido para presentar evidencias en forma de argumentos coherentes, Kellyanne Conway se identifica más como una especialista en antropología cultural. Reflexionando sobre cómo logró alcanzar su éxito profesional, ella enumera tres aspectos. El primero es el poseer un sólido conocimiento de la ciencia y del arte de realizar encuestas. El segundo es el cultivar la capacidad de escuchar de forma paciente y con mente abierta a todas las personas, esto lo atribuye a una curiosidad innata que desarrolló desde niña. Y el tercer punto es el tener las habilidades analíticas para interpretar los resultados de las investigaciones.


Por supuesto, el mismo trabajo como asesora electoral le fue dejando muchas lecciones. Por ejemplo, en varios apartes del libro, la autora retorna a la máxima de que "en política la inercia es la fuerza física más poderosa a menos, y hasta que, esta sea superada por la fricción." Ella utiliza esta regla de física para explicar cómo hay personas que simplemente por estar dentro de una estructura partidaria, van poco a poco ascendiendo en la misma. También aplica este dicho en su profesión como consultora al señalar que en muchas reuniones con sus colegas y clientes ella se mantenía respetuosamente callada, escuchando, hasta encontrar la manera de ser cortésmente la generadora de la fricción. Este tipo de filosofía le ayudó, por ejemplo, a mantenerse en su trabajo de consejera política dentro de la Casa Blanca durante casi todo el tiempo que duró la administración Trump, situación atípica comparada con los cortos periodos laborales que muchos de sus colegas tuvieron en ese gobierno.


La autora como conocida encuestadora republicana y Trump como donante de campañas con frecuencia se encontraban en diferentes eventos políticos, sin embargo, la primera vez que trabajaron juntos fue cuando Kellyanne se mudó a la torre Trump de New York y allí participó de la junta de copropietarios del edificio junto al magnate. Inclusive en las elecciones internas para elegir al candidato a la presidencia del Partido Republicano en el 2016, ella prefirió trabajar con el Senador Ted Cruz de Texas y solo hasta que Trump aseguró la nominación del partido, empezó a asesorarlo. De hecho, previo a esta elección, Kellyanne era más cercana del exgobernador de Indiana, Mike Pence, con quien colaboró en varias de sus campañas, que con Donald Trump.

Tres ventajas que muchas mujeres candidatas tienen frente a sus rivales masculinos


Reflexionando sobre las mujeres candidatas, Kellyanne dice que una de las ventajas que tienen sobre los hombres es que por lo general son vistas como personas nuevas en el ambiente electoral. Ellas proyectan entre los votantes la sensación de renovación. Se destaca que mientras es común hablar de clanes o roscas de viejos hombres políticos, aún es más difícil pensar este tipo de grupos cerrados integrado por solo mujeres.



Una segunda ventaja es que las candidatas son usualmente vistas como menos corruptas que los hombres. Muchos electores las consideran más éticas y tienen menos reproches hacia ellas. De forma justa o no, después de que un hombre ha protagonizado un escándalo de corrupción, muchos votantes empiezan a pensar que se necesita a una mujer para que ocupe ese cargo.


Por último, una tercera ventaja que la autora ofrece es que las mujeres con frecuencia son vistas como las más proclives para hacer la paces con sus adversarios. Ellas son consideradas buenas negociadoras, capaces de crear consensos y más interesadas en llegar a acuerdos que sus contrapartes masculinos. Por supuesto, Kellyanne subraya que no todas las mujeres tienen estas ventajas y cita a Hillary Clinton como una política que carece de estas tres cualidades.


¿Cómo identificar a un informante secreto, o filtrador de información (leaker), que está pasando subrepticiamente datos a la prensa?



Entre los muchos aprendizajes que ella obtuvo trabajando en la Casa Blanca, uno de los más interesantes fue el desarrollar la habilidad para detectar empleados que filtran información a la prensa con el fin de perjudicar a otros funcionarios o ganar espacio político dentro de la administración. En el libro Kellyanne ofrece cuatro consejos para detectar a estos "soplones".

  1. Los informantes secretos obtienen buena prensa de los reporteros a los que ellos les dan la información. Esta es la lógica de devolver favores.

  2. Filtradores de información tratan de cubrir sus acciones atacando de forma vitriólica a la prensa. Entre más una persona usa frases como "noticias falsas" y presenta a los medios de comunicación como "los enemigos del pueblo", más es posible que ese individuo esté filtrando información a los medios de comunicación.

  3. Estos personajes también suelen ser aduladores descarados. Con frecuencia, ellos le expresan gran admiración a sus jefes antes de llamar a sus contactos en la prensa para darles información reservada. La regla en el gobierno es que entre más un supuesto amigo lo felicita, más probable es que él este hablando mal de usted a sus espaldas.

  4. Los filtradores de información adicionalmente tienden a ser personas con grandes egos. Son individuos que les gusta sentirse más importantes de lo que son e inevitablemente, con este fin, usan a las personas para las cuales ellos trabajan. Por ejemplo, son los que hablando "off the record" con los periodistas insisten en demostrar que son ellos y no sus jefes los que realmente están a cargo de las situaciones. (p. 230)


La importancia de negociar las condiciones del puesto antes de entrar a trabajar en una campaña


Basada en su larga experiencia en asesoría política, Kellyanne desarrolló un listado de requisitos para aceptar trabajar con un nuevo cliente. Por ejemplo, cuando Donald Trump le ofreció reemplazar a Paul Manafort en la dirección de la campaña, ella le puso cuatro condiciones para aceptar el puesto:

  1. El tener acceso directo e irrestricto al candidato en todo momento.

  2. La necesidad de que la campaña siga los lineamientos estratégicos impartidos por ella. En este caso, la asesora consideraba que era fundamental disputar el voto con todos los recursos disponibles en estados como Michigan y Wisconsin que usualmente apoyaban a los candidatos presidenciales demócratas. Kellyanne sabía que para lograr el triunfo de Trump se necesitaba romper la hegemonía electoral que sus oponentes demócratas tenían en algunos de estos territorios.

  3. Que la campaña Trump se enfocara en sacar a su oponente, Hillary Clinton, de su zona de confort en la que simplemente ella se presentaba a los votantes como la alternativa a Trump.

  4. Que fuera Trump quien seleccionara a un codirector de campaña. En este caso, él escogió a Steve Bannon, conocido ideólogo de derecha y director del servicio de noticias Breitbart News, el cual según Kellyanne carecía de suficiente experiencia en campañas, para ejercer este cargo.



Claramente, tener acceso directo al líder y guiar la estrategia de la candidatura son dos condiciones fundamentales sin las cuales es muy difícil ejercer una buena dirección de una campaña. Sin embargo, pese a lo obvio de estos requisitos, en el mundo de la consultoría es común escuchar anécdotas sobre situaciones donde después de contratar al asesor, este tiene dificultades para contactar al candidato y/o encuentra que decisiones importantes de la campaña se toman sin consultarle previamente. Por esto, al ser contratado siempre es importante dejar en claro estos aspectos de la relación laboral.


No confié en el "índice de elegibilidad" del personaje antes de que se anuncie su participación como candidato, pues esta medición no siempre sirve para predecir el resultado electoral


"Here´s the Deal" es un libro que compendia muchas lecciones prácticas en consultoría política. Una de ellas es sobre la elegibilidad, o el posible apoyo que tiene un líder entre los votantes. Kellyanne observa que con frecuencia este índice cambia bastante una vez que el personaje anuncia que va a competir como candidato en una elección. Por ejemplo, cita el caso de Donald Trump, quien antes de hacer oficial su candidatura, obtenía en las encuestas muy poco apoyo por parte de los votantes, esto porque no lo tomaban en serio. Sin embargo, una vez anunció su participación en la interna del Partido Republicano, en la famosa escena bajando por una escalera eléctrica, su candidatura automáticamente adquirió una nueva dimensión.



Por supuesto el caso contrario es más común. Son muchas las personas que deciden ser candidatos debido a que las encuestas les dan una supuesta ventaja o "elegibilidad", pero luego encuentran que después de postular su nombre, este apoyo se diluye. Muchas veces esto pasa porque una vez se convierten en candidatos, los votantes empiezan a reevaluar al personaje ya en su papel de político.


Errores no forzados y manejo de crisis


Uno de los temas más interesantes y recurrentes en el libro son los "errores no forzados" que se cometen en política y las diferentes maniobras que se pueden realizar para resolver estas situaciones y otros tipos de crisis. La frase "error no forzado" es un término ahora muy común en la consultoría política, cuyo origen posiblemente emana del lenguaje deportivo y sirve para describir situaciones donde, por ejemplo, un tenista en un servicio lanza la bola contra la malla, o cuando un futbolista hace incorrectamente un saque de banda. En otras palabras, "errores no forzados" son situaciones en las que se cometen equivocaciones sin que estas hayan sido inducidas por el rival o por el contexto del juego.


El libro menciona algunos "errores no forzados" que cometió la campaña Clinton en el 2016. Por ejemplo, cuando la candidata calificó a parte de los votantes de Trump como "una partida de deplorables e irremediables", violando de esta manera uno de los preceptos en consultoría política que dicta "nunca agredir a los votantes de otro candidato". Los ataques, de ser necesarios, se deben enfocar solamente contra el líder oponente (p.141). Este fue un "error" porque la frase de Clinton generó rechazo en importantes grupos de electores que aún podían estar considerando apoyarla y "no fue forzado" debido a que esta declaración se produjo como parte de un discurso preparado con anterioridad y ofrecido a un grupo de simpatizantes de la candidata demócrata en la ciudad de New York. En otras palabras, fue una forma derogatoria de referirse a algunos votantes que no le sumó nada positivo a su campaña y que si le dio munición a los opositores para calificarla de elitista.



La lista de "errores no forzados" que el libro presenta y que fueron cometidos por Trump y sus asesores, tanto durante la campaña como en la Casa Blanca, es bastante larga. En muchos casos Kellyanne confiesa ser la autora de algunas de estas equivocaciones y/o el haber tratado de solucionarlas. Uno de los primeros "errores no forzados" de la administración Trump lo cometió el entonces Secretario de Prensa, Sean Spicer al decir que la ceremonia de inauguración que ellos realizaron fue la más concurrida de la historia. Esta declaración generó controversia en todos los medios de comunicación debido a que las fotos aéreas del evento claramente mostraban que la inauguración para la primera presidencia de Barak Obama en el 2009 había logrado una mayor concurrencia. Fue un "error no forzado" que no le sumaba nada positivo al mensaje que el nuevo mandatario le quería transmitir a su pueblo, y que, por el contrario, como resultado del debate que generó, si le quitaba espacio en los medios de comunicación a otros temas más importantes para la agenda de la nueva administración.



El libro ofrece un análisis de muchos otros "errores no forzados" como cuando Kellyanne habla de "hechos o verdades alternativas" ("alternative facts") o cuando ella como funcionaria del gobierno recomienda en una entrevista que la audiencia compre prendas de la colección de ropa que vendía Ivanka Trump.



También el texto presenta cómo se manejaron otras situaciones críticas. Uno de estos casos lo protagonizó la reportera del New York Times, Taylor Lorenz, al escribir un artículo basado en los TikToks que Claudia, la hija adolescente de Kellyanne, había publicado, episodio que le causó muchos problemas de seguridad a la familia. De igual forma, el libro cuenta cómo la autora manejó los numerosos ataques que su esposo, el famoso abogado George Conway, le hacía a Donald Trump por Twitter. A nivel de gobierno, gran parte de las crisis tuvieron su origen debido a la cercanía que tanto funcionarios como miembros de la familia Trump tenían con la elite gobernante en Rusia. Otra inagotable fuente de problemas lo constituían las mismas comunicaciones que el presidente Trump realizaba por las redes sociales y que de acuerdo con la autora eran usualmente mal interpretadas por la prensa.



La visión de Kellyanne Conway sobre el mundo de la consultoría


El libro de Kellyanne se diferencia de muchas otras publicaciones en este género, por las fuertes y detalladas críticas que la autora le hace a un buen número de colegas. Por ejemplo, ella presenta al asesor republicano Ken Cuccinelli como el arquetipo de un mal consultor. Explica que él es el típico asesor que hace las encuestas (que tienen una mayor ganancia económica) y delega los grupos focales (donde el redito es usualmente menor) a sus colegas mujeres. Después de realizados los estudios, rara vez lee los resultados y recomendaciones que se hacen basados en estos. Agrega que cuando a Cuccinelli le toca asistir a los grupos focales, se sienta detrás de "un vidrio opaco" para que no lo vean los participantes y ordena con dinero de la campaña comida y bebidas a un restaurante, mientras reniega por tener que escuchar a tantas personas ignorantes. La autora sostiene que en el mundo de la consultoría política hay muchos asesores como Cuccinelli. Ellos siempre consiguen clientes no porque obtengan resultados en su trabajo sino por inercia. Las personas asumen que como trabajaron en pasadas elecciones, deben ser buenos y los contratan (p. 82-83).



Para Kellyanne uno de los problemas que tiene la consultoría política es que independientemente de los buenos o malos resultados que tenga una campaña, muchos asesores deshonestos siempre resultan beneficiándose con enormes sumas de dinero. Ella cita el caso de la campaña presidencial del republicano Mitt Romney en el 2012, donde el candidato sufrió una de las peores derrotas frente al entonces presidente Barak Obama. Este ejemplo muestra cómo pese a este mal resultado, el principal asesor electoral de Romney, Stuart Stevens cobró más de 8 millones de dólares en servicios.



Kellyanne también nos recuerda que en su momento la campaña de Romney se convirtió en un objeto de burla en el mundo de la consultoría política. El caso fue que después de invertir una enorme cantidad de recursos humanos y de fondos en el diseño de un programa llamado ORCA, para monitorear e incentivar a los votantes el día de las elecciones, este software nunca funcionó. De hecho, la única utilidad que ORCA tuvo fue la de inspirar algunos de los mejores memes de esa campaña.


Otro de los problemas recurrentes en la consultoría política es la tendencia que muchas personas tienen de hablar mal y desacreditar a sus colegas a sus espaldas. Kellyanne cita el caso de Tony Fabrizio, un encuestador republicano, que, en 1995, le ofreció un salario de "cientos de miles de dólares anuales", un vehículo de la compañía y una elegante oficina para que ella se fuera a trabajar con él. Al negarse la autora, Fabrizio inició una campaña de difamación contra ella durante la Convención del Partido Republicano en San Diego (1996). Kellyanne señala que todo lo que su colega decía a sus espaldas era: "feo, mezquino y destinado a acosarla y avergonzarla." (p. 131). De esta experiencia la autora aprendió que, aunque la verdad es liberadora, a veces no es suficiente o no se conoce a tiempo.



Otras veces sin dar nombres, Kellyanne dice que una de las fallas de muchos encuestadores políticos es la tendencia a acomodar los resultados de sus investigaciones a lo que los clientes quieren escuchar (P. 85). Este es un problema que existe en numerosos países del mundo y que todo equipo de campaña debe estar atento a corregir utilizando diferentes aspectos técnicos, por ejemplo: contrastando los resultados del sondeo en cuestión con otros de conocimiento público o revisando posibles sesgos en la formulación de las preguntas, en el orden de las mismas y en la elaboración del muestreo. Los anteriores son solo algunos criterios que sirven para evaluar el trabajo del encuestador.


Por supuesto reportar cifras reales cuando son adversas al candidato no deja de ser un riesgo. El ejemplo se vivió durante la campaña Trump 2020 cuando se despidió a los reconocidos encuestadores Michael Baselice, Adam Geller y Brett Lloyd después de que se revelara que Trump iba perdiendo frente a Biden en varios Estados importantes.



Por último, una de las mayores quejas que se presentan entre consultores es cuando otra persona quiere robarse el mérito del trabajo realizado. Esta acusación la hace Kellyanne de Jared Kushner (yerno de Donald Trump) y de Brad Parscale (encargado de las redes sociales en la elección de Trump 2016). Ellos en varias entrevistas se atribuían ser los artífices del triunfo electoral en esta primera campaña. La autora sostiene que si bien, Kushner obtuvo algunos logros como el conseguir la entrevista del entonces Presidente de México, Enrique Peña Nieto para el candidato Trump, lo que mostró al magnate más presidenciable (p.139), y si bien, Brad Parscale logró hacer una mejor campaña digital que la desarrollada por Hillary Clinton (p. 137), sus aportes difícilmente son comparables con la gestión que ella adelantó desde la dirección de la campaña.


En el mejor ejemplo posible de Karma (que es cuando las malas acciones se les devuelven a sus autores), Kushner y Parscale maniobraron con éxito para que Kellyanne no tuviera un puesto en la campaña de reelección de Trump, 2020. El resultado de esto fue una serie consecutiva de errores que ellos cometieron y que terminaron minando cualquier posibilidad de victoria para este segundo periodo presidencial. Por ejemplo, Kellyanne cita el desastroso evento que organizó la campaña en Tulsa, Oklahoma, donde los novatos asesores políticos comunicaron a la prensa que iban a tener un acto de casi un millón de personas, cifra que contrastó con la participación de solo 6200 seguidores. (p.437-441)



La mayor crítica que Kellyanne hace de Kushner y Parscale es el despilfarro de dinero en la campaña. Ella sostiene que para el Día del Trabajo (septiembre 5), a dos meses de la elección, el equipo liderado por Kushner ya había malgastado cerca de $830 millones de dólares sin obtener logros concretos. La situación fue tan notoria, que en ese momento en el mundo de la consultoría en Washington DC se puso de moda el chiste, donde una persona le pregunta a otra: "¿Cuál es la forma más fácil para lograr una pequeña fortuna?" y esta le responde: "Tener una gran fortuna y desperdiciarla casi toda".


Al final, de acuerdo con el libro, la campaña Trump terminó gastando 1400 millones de dólares, Parscale fue acusado de haber redireccionado a sus cuentas personales cerca de 40 millones, además fue separado de la dirección de la campaña y luego protagonizó varios episodios de violencia doméstica y alcoholismo. En uno de estos terminó siendo arrestado por la policía frente a las cámaras de todos los noticieros nacionales. En julio del 2020, Trump contrató a Bill Stepian, asesor/operador político del Partido Republicano, quien no alcanzó a corregir los numerosos desaciertos cometidos por sus novatos colegas.


Aunque parece irreal por lo obvio y repetitivo que resulta, una de las lecciones que el libro nos deja es sobre el riesgo de darle, de manera formal o informal, importantes cargos de la campaña a familiares del político. La crónica a nivel mundial de las derrotas electorales está saturada con ejemplos de errores cometidos por hijos, esposos, yernos y otros familiares que asumen importantes roles en las candidaturas para los cuales no están preparados.



Ver vídeo de Brad Parscale, exjefe de la Campaña Trump 2020, quien en el momento del incidente con la policía continuaba siendo asesor político del primer mandatario



Conclusiones


Kellyanne ofrece numerosas lecciones en consultoría política que van mucho más allá de la reseña presentada en este artículo. Por ejemplo, se discuten desde la motivación del candidato para ponerle apodos derogatorios a sus adversarios hasta el uso de herramientas de persuasión para cambiar y/o validar la percepción que los votantes tenían sobre temas como la inmigración o el rol de los Estados Unidos en el mundo ("American First").


Este articulo tampoco abarca lo que el libro presenta sobre los aspectos íntimos de las relaciones entre los miembros de la familia Trump. Interesantes datos como el hecho de que Donald Trump le tiene un profundo temor a su esposa Melania ameritan un mayor análisis, pues según la autora este miedo es un factor que llegó a afectar importantes decisiones del mandatario.


El libro es muy didáctico mostrando algunos aspectos del proceso de formación de los consultores, al igual que las múltiples dificultades que las mujeres aún experimentan en la profesión. Por otra parte, el texto es bastante atípico presentando numerosas críticas a colegas (varios casos, por motivo de espacio, no son mencionados en esta reseña). Estos comentarios, aunque pueden ser justificados, sorprenden, especialmente si se tiene en cuenta que la norma que rige a la profesión en los Estados Unidos dice específicamente: "Trataré a mis colegas y clientes con respeto y nunca dañaré intencionalmente su reputación profesional o personal." (Código de conducta de la American Association of Political Consultants). Lo anterior por supuesto no contradice la necesidad de fomentar la mayor transparencia posible en el negocio de la asesoría electoral.


En resumen, estamos frente a un texto bastaste útil para personas interesadas en ampliar su conocimiento en temas de consultoría política. El mismo ofrece lecciones prácticas fáciles de entender. Estoy convencido de que algunos lectores van a querer releer apartes del libro con el fin de extraer todo el conocimiento que Kellyanne aporta a esta disciplina.


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Este artículo fue escrito por Mauricio Florez Morris, Ph.D. El autor ha sido profesor en las facultades de Ciencia Política y Sociología en University of Maryland, George Washington University, Georgetown University, y North Virginia Community College en los Estados Unidos. También ha dictado clases en la Universidad del Rosario y la Universidad Javeriana en Colombia, al igual que en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad del Salvador en la Argentina.


Su actual interés académico se centra en temas relacionados con los estudios de opinión pública, campañas electorales, marketing, liderazgo y psicología política. Es miembro de la American Association of Political Consultants (AAPC), la American Political Science Association (APSA) y es Community Member de Campaigns & Elections, USA. Ha trabajado en campañas electorales para organizaciones afiliadas al Partido Demócrata en los Estados Unidos.


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